Capítulo 37

Leto está sentada en el fondo de la sala de proyecciones, justo al lado del interruptor de la luz, así que no duda en apretarlo. Varios gruñidos resonaron con la luz repentina, pero solo era un reflejo, a nadie le importaba realmente. Todas las miradas estaban fijas en donde Hyori ya no estaba parada. 

El primero en moverse había sido Yoonjun, que saltó sobre el banco frente a él para llegar junto a la figura inconsciente en el suelo. 

–Hyori– llama. 

La chica no se mueve, así que él se agacha y la gira sobre su espalda, casi de inmediato trastabillando hasta caerse sobre su trasero. Hyori tiene los ojos cerrados y los labios entreabiertos, sangre oscura le rueda desde la nariz a las mejillas, espesa y lenta. Aunque el terror lo invada, los brazos de Yoonjun no tiemblan cuando la levanta del suelo, su cuerpo es peso muerto, está helada y un aroma a café rancio sale de su cuerpo en olas que lo podrían hacer vomitar, claro, si la garganta de Yoonjun no estuviera atorada y tensa. 

Mientras corre a la enfermería procura con todas sus fuerzas no mover a Hyori demasiado, pero aún así siente cómo una humedad ajena en las mangas de su camisa empieza a enfriarse. La cabeza de Hyori golpea contra su hombro y entonces Yoonjun comete el error de mirarla, sus ojos viajando a la forma en que el cabello se le pega al costado del cuello por la sangre que sale de sus oídos, la humedad que él puede sentir contra su propia piel y que mancha sus camisas. Tiene los labios entreabiertos, saliva en las comisuras y los ojos cerrados.

La puerta de la enfermería está abierta, el grito se le escapa desde lo más profundo del pecho. 

–¡Ayuda! No está respirando


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