Capítulo 4

Era lunes tres de septiembre y, aunque lo negara bajo juramento, Park Hyori salió de su casa asustada. 

Aunque toda su familia la había notado nerviosa, (y tratado sutilmente de animarla), nada había resultado, y a la hora de salir sus hermanos confirmaron que algo extraño le pasaba. Los cuatro, junto a Emilia, solían pasar el trayecto hablando de cualquier cosa, pero esa mañana nada parecía sacarla de sus pensamientos.

Y es que Black ahora era (seguramente) una alfa. 

Y Hyori era una imbécil que no lograba morderse la lengua jamás.

Y si bien ella era muchas cosas, nadie se atrevería a llamarla cobarde… Pero ¿cómo no tener algo de miedo?

No reconocer el peligro sería un error.

La peor parte es que hablar de ello se sentía como admitir una debilidad, se sentía excusa. Así que, definitivamente no podía comentarlo en voz alta. 

Sobre todo, no podía decirle a nadie que una parte del malestar tenía que ver con esa pequeña voz, en su cabeza, que repetía burlona lo que sospechaba: ellas podrían haber sido amigas. 

Es decir, mucho tiempo atrás.

Eran parecidas en algunos aspectos. Personas afines. 

Hubiesen sido amigas si las cosas no se hubieran salido tanto de control. 

No podía confesar su incomodidad porque lo habían hecho, se habían salido de control demasiado tiempo atrás, y ahora era una barrera demasiado alta como para ignorarla. Al menos hacerlo por una posibilidad tan insignificante.

Ahora se despreciaban mutuamente, y lo que en algún momento solo era granos de arena se volvió pólvora. Ya era tarde.

Pero, hubo un tiempo donde eran simples compañeras de clases. 

No hablaban demasiado, tampoco se ignoraban. 

Nova era la nueva, una chica callada de aspecto intimidante, rodeada por rumores sobre su anterior colegio. Hyori era una estudiante más del montón, tímida pero sin miedo a ser ella misma, incluso si eso significaba llamar la atención.

Se habían visto al pasar, pero su primera interacción real fue en el cumpleaños número quince de Hyori.

Era un día especial para ella, así que había cambiado la camisa reglamentaria por una lo suficientemente parecida, con detalles dorados bordados en las mangas y el cuello. Menos sutil, llevaba una campera colorida para abrigarse.

Nova volcó (accidentalmente) un plato de fideos con salsa entero sobre su cabeza. Las manchas en las telas no se salieron y debió comprarse un costoso par de pantalones nuevos para el uniforme.

Tiempo después, durante una práctica del equipo de baloncesto, Nova solicitó al entrenador que le tomara una prueba. Al parecer no había anotado correctamente la fecha de las admisiones oficiales, y el profesor se la concedió.

Como no podía ser de otra manera, quedó maravillado con su talento. Y para sumar a la nueva estrella, debía prescindir de alguien. 

Más precisamente de Hyori, que había sido la última en entrar.

Nova tardó poco tiempo en volverse asquerosamente popular, no había un día donde Hyori no tuviese que escuchar su nombre. En los pasillos y en las clases, entre estudiantes y profesores, de desconocidos y en la boca de sus propios amigos.

Ese fue el primer año de Nova en la escuela. 

Al comenzar el siguiente, Hyori decidió que debía haber un cambio. 

Obsesionarse con superar en todo a una desconocida no era su cosa favorita en el mundo, ni su idea de diversión. Entonces, se enfocó en un simple pero duro objetivo: acostumbrarse a la idea de que no siempre podía ser la mejor, aunque se lo propusiera.

¿Era un golpe a su ego? Sí.

¿Era algo necesario? También.

Se decidió por ignorarla un tiempo, enfocándose únicamente en las cosas que le gustaban o la involucraban directamente.

Sus notas se estabilizaron y empezó a pasar más tiempo con sus hermanos y amigos. Seth se transformó en alfa (sin las complicaciones que había sufrido Dohyun), ascendieron a su madre en el trabajo y Dohyun adoptó unos conejos enanos. Entonces, Hyori decidió que quería un cambio en su cabello.

Algo irrelevante ¿verdad?

Invirtió sus ahorros del año y algunas horas en el salón, pero al salir casi todo su cabello lucía de un profundo azul lleno de ondas. Conocidos y desconocidos volteaban a verla tras su paso, algunos profesores parecían decepcionados de su elección, y ella se sentía increíble.

Al menos la primera hora de clase.

Después apareció Nova, tarde, con cara de dormida, ropa arrugada y el cabello corto y rosado. El corte le favorecía, y el color parecía tener matices dorados que quedaban demasiado bien contra su piel morena. 

Las reacciones no se hicieron esperar, Nova estaba cayéndose de sueño así que los ignoraba por completo, pero ella no podía hacer lo mismo. Una muy enojada parte de ella le susurraba que la chica lo hacía a propósito (incluso si no tenía pruebas de ello)

Por alguna razón, las cosas solo empeoraron desde entonces. Ella solía estar cerca de sus fracasos y desgracias, tantas veces que su cerebro la asociaba con ellos. Cerca de su bicicleta sospechosamente desinflada, con cara de ciervo encandilado cuando se llevó el último sándwich de la cantina, ganando el concurso de talentos de primavera.

El último había sido el peor.

Hyori pasó noches enteras preparando la coreografía y el vestuario, solo para que Nova entrara sin inscribirse, llenando el espacio de alguien que faltó y cantando una vieja canción de cuna. El jurado simplemente apeló a la nostalgia y a ella le dieron el segundo puesto.

La frustración le ganó. 

Esa tarde, mientras contenía sus ganas de llorar y se escondía en un pasillo del edificio, habló por primera vez con Heather Summers.

Heather era compañero de Seth, y aunque nunca habían conversado realmente, podían reconocerse.

Alto, de ojos profundos y pequeños. Siempre llevaba el cabello anudado en un rodete, del que se le escapaban algunas ondas castañas. Tenía las mejillas llenas de pecas y una de las sonrisas más dulces del lugar, pero era bastante distante con todos. Y era la última persona que Hyori esperaba encontrarse en aquel pasillo perdido.

El chico había caminado hasta ella en silencio, sentándose en el piso sin mirarla demasiado. Justo cuando se preguntaba por su actitud, él le tendió un pañuelo descartable. Sus mejillas sonrojándose apenas.

Le dijo que su baile había sido precioso, que pensaba que ella debería haber quedado en el primer lugar, y que realmente esperaba que no estuviera llorando por eso. Y ella quiso negarlo, pero no era buena mintiendo.

Él se ofreció a comprarle un chocolate, en pos de animarla, y ella no pudo negarse.

Luego de eso se volvió una rutina; se cruzaban todos los días, de casualidad, antes del almuerzo y durante los recreos. Él siempre encontraba una excusa para hablar con ella, y ella lograba convertirla en una excusa para pasar un rato juntos.

Hyori se enamoró perdidamente.

Eventualmente comenzaron a salir, Heather cumplió dieciocho años y se presentó como omega. Hyori no pudo evitarlo, pensando que era una señal del destino. Su dulce aroma a ciruelas parecía acompañarla a todos lados, casi uniéndose a su aroma familiar. Ella se transformaría en una alfa eventualmente, tendría su propio aroma y ambos podrían unir sus vidas y hogares. 

Estaba convencida que era su pareja destinada. 

Hyori era feliz.

Siendo feliz, le era fácil ignorar a Nova, que de un momento al siguiente había pasado de ser una casualidad molesta, a ser una desdeñosa y arrogante piedra en su zapato, cargada de comentarios provocativos y miradas despectivas.

Pero, aunque Hyori no entendía el cambio de actitud, tampoco le interesaba entenderlo, limitándose a disfrutar de la refrescante sensación de paz.

Pasaron un par de meses, una beta de la clase de Seth organizó una fiesta, celebrando su cumpleaños. El colegio estaba revolucionado, sobre todo porque las invitaciones abiertas eran poco habituales, y por primera vez, Hyori logró convencer a su madre de dejarla salir con sus hermanos mayores.

El día llegó al fin, Dohyun y Hyori se intoxicaron comiendo comida chatarra en mal estado, por lo que esa noche Seth salió sólo con Emilia, dejando atrás a dos hermanos llorones.

Horas de sueño pesado, sudor, vómitos y dolor muscular bastaron para deshacerse de las toxinas, y cuando Hyori caminó por los pasillos del colegio al día siguiente, lo hizo como una de las personas que sólo se había perdido una fiesta: sin aliento de zombi, dolor en los ojos o borrachera residual, pero mucha —mucha— decepción.

Caminó como una persona más, pero los murmullos a su paso no la acompañaron en el sentimiento. Risas disimuladas, susurros apasionados, miradas apenadas. 

–¿Dijiste que no fui porque tenía diarrea?– no dudó en increpar a su hermano de inmediato. Seth solo la miró con su usual expresión aburrida.

–Con Emilia fuimos a ver películas a un cine clandestino.

–Qué

El chico sólo se encogió de hombros.

–Iban a pasar el exorcista, sabés que nos gusta debatir sobre películas

El mayor dio la conversación por terminada, continuando su camino hasta el casillero. Ella, por su parte, no pudo más que estrujarse el cerebro buscando alguna explicación lógica, pero sus teorías nunca iban a acercarse a la realidad.

Los murmullos se calmaron cuando Nova apareció. Caminaba por el pasillo arrastrando los pies e ignorando deliberadamente a todo el mundo, y sólo se detuvo en su casillero lo suficiente para tomar un libro antes de ir a clases. Hyori estaba tan envuelta en sus pensamientos que no la habría notado, de no ser por el aroma que la cubría.

Ciruelas, de pies a cabeza.

Entonces no había hecho nada al respecto, congelada y confundida, pero al contarle a uno de sus compañeros, Lee Yoonjun, éste de inmediato se propuso disipar cualquier malentendido que pudiese existir. 

Entró al instagram de Nova, revisando las historias que quedaban de la noche anterior, y cuando ambos pensaban que solo había fotos borrosas, que todo podía ser un error, encontraron la última de la noche.

A las cinco de la mañana, Nova acostada de espaldas sobre una manta gris. La camiseta blanca que lleva arrugada hacia arriba, exponiendo su abdomen. De su rostro solo se ve la sonrisa ladina, el resto oculto detrás de su antebrazo, que la cubre del flash. La cámara es sostenida por quién se sienta sobre sus piernas, dejando ver de sí solo una mano lánguida, de largos dedos que se aferran a la hebilla del cinturón ajeno. 

Podría ser la mano de cualquiera, se convence Hyori. Justo antes de ver el anillo en el dedo índice.

Una banda de plata simple, con una pequeña piedra lunar incrustada en la mitad.

Cuando salió al recreo, los susurros a su alrededor dejaron de ser algo curioso y la llenaron de malestar.

Obviamente todo el instituto sabía de los gigantescos cuernos de Park Hyori. 

Recordaba sus ganas de gritarle a Heather en el rostro. De reclamarle por qué lo había hecho, por qué se había acostado con su peor enemiga, por qué había preferido engañarla en lugar de romper la relación.

Pero él no había ido.

Nova sí.

Y ella estaba tan enojada.

Esa fue la primera vez que inició una pelea. 

Consiguió una sanción por pelear en horario de clases, y se sacó de lugar al menos tres dedos, pero no había un ápice de arrepentimiento en su interior.

Probablemente ese era el quiebre total, el punto sin retorno de su relación. El momento en que una parte de ella decidió que, cuando se tratase de Nova, lo mejor sería suponer siempre lo peor.

Y ahora sentía miedo. Lo que menos quería era morir a los 18 en una estúpida pelea de alfas. Lo que menos quería era mancharse las manos con sangre, asesinando a alguien con el corazón lleno de dudas. 

Una parte de ella se lamentaba de cómo las cosas se habían dado. Sin embargo lo sabía. No podía cambiar el pasado, y no iba a hablar de sus pensamientos al respecto con nadie.

Una de las dos tenía las semanas contadas, y ella tendría que sobrellevar el peso de la incertidumbre en silencio.

De alguna forma su vida estaba ligada a la de Nova. Las cartas estaban echadas, y solo el destino podría leerlas

Un mes y trece días.

Hyori respiró hondo antes de entrar al colegio. 


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