Capítulo 32

Mientras más tiempo pasaba sentada al otro lado de la habitación, más lo notaba. Algo estaba definitivamente fuera de lugar. 

Su alfa se encuentra desesperado y su aroma a petricor parece haberse transformado definitivamente en lluvia ácida, sucia, hecha de agua contaminada con químicos. Sin embargo eso no es lo extraño. 

Hyori.

Siendo su mate o no, Nova tenía que admitir que se había enamorado de ella, y que no estaba lista para dejar esos sentimientos atrás. Habían pasado semanas desde que no se hablaban y lo que sentía cuando la miraba era exactamente lo mismo que en el epítome de sus mejores momentos juntas. 

¿Siendo su mate o no? ¿A quién quería engañar?

El dolor del primer día lejos fue aumentando cada 24 horas, y la realidad que la lastimaba terminó por exponerle las entrañas a su alfa. No era posible para alguien sufrir así por cualquiera, y la respuesta que le quedaba era otra daga atravesándole el pecho. Hyori tenía que ser su pareja de vida. Incluso si Nova no era la de ella.

Lo cual era matemática e históricamente improbable, pero no imposible. Los desencuentros habían existido, las personas habían muerto de angustia al darse cuenta que el objeto de sus afectos no podía retribuirlos de la misma manera, sobre todo cuando la especie empezó a transformarse en lo que hoy eran. Sin embargo, había pasado más de un siglo sin que se escucharan casos así, ¿realmente ella podía ser la única desdichada de su generación? Era ridículo.

Pero, realmente Hyori podía estar tan… Bien sin ella, si eran almas gemelas?

Y cada vez que pensaba en eso la mirada se le iba hacia ella, y cada vez regresaba la sensación de que algo estaba fuera de lugar. Sospechaba que era sugestión, que ella quería no ver la realidad, que deseaba convencerse de que Hyori no estaba bien, pero luego notaba detalles que la hacían sospechar. 

Con Hyori podía equivocarse, mentirse, engañarse. Con los demás no.

Yoonjun estaba estresado por algo, podía percibirlo en su aroma, donde las naranjas eran ácidas, pero también en sus miradas -cortas y constantes- hacia su amiga, y los aromas de Leto y sus secuaces, que parecían haberse agenciado la amistad de Lee y Hyori en tiempo record, también estaban extraños. El jabón de lilas era más fuerte cuando estaba con ellos, el incienso olía fresco, brotando y recién regado y el aroma a un tipo de agua salada solo olía a frío, aunque Nova no podría identificar cada aroma con su dueño ni aunque tuviera ganas de hacerlo. 

De todas formas, no lo necesitaba para notar sus comportamientos, y mientras que Leto era extra-amigable (consiguiendo sonrisas de Hyori, que no la echaba por las molestas atenciones), Ty-algo por primera vez en toda la secundaria se separaba de su grupo en los recreos para dejarle a la omega algún chocolate o dulce en el escritorio (Nova lo había atrapado un par de veces). 

Del tercer chico, Bascular-algo, el cambio era más obvio y mucho más estúpido. Tanto que Nova tenía que detenerse físicamente para no gritar. El chico parecía aparecer siempre en el momento ideal para quitarle el bolso de los hombros o los libros y cargarlos hasta su clase, aún cuando Hyori se quejaba al respecto y lo perseguía chillando, aún cuando no tenían la misma clase. 

El codo de Tate se clava en el costado de su cintura.

–¿Querés dejar de mirarlo con cara de culo?– regaña.

–No miro a nadie

–¿En serio? porque Baku está a dos segundos de venir y darte una piña

–Si no se banca que lo miren que no salga de su casa– gruñe en respuesta, pero aparta la mirada de todas formas. La fija en la hoja casi vacía frente a ella. 

Ni siquiera estaba intentando resolver lo que había en la pizarra, y tampoco le importaba hacerlo.

–¿Los terminaste?– inquiere señalando su hoja.

–Chi

–Presta pa’ la orquesta– un tirón y tiene la carpeta entre sus manos. Tate ni siquiera se mosquea, recostándose en su silla con los ojos fijos en un juego del celular. Nova empieza a copiar con trazos desprolijos. –Che, vos estás bien con tu olfato ¿no?

–Hasta donde sé, sí.

–¿Qué percibis en el olor de Hyori hoy?

Tate la miró y, sin verlo, Nova sabía que estaba rodándo sus ojos hacia atrás mientras tanto. De todas formas lo escuchó aspirar profundamente.

Y una vez más.

Cuando reacomodó su postura en la silla y volvió a aspirar, Nova dejó de escribir para mirarlo. Ella no se había equivocado entonces.

–Ehm… Es… Algo está mal.

La validación la hizo regodearse en sí misma por un instante, pero procuró no demostrar nada.

–No hay nada en el aroma, es como una página en blanco ¿no?

Nova no respondió, terminando de copiar las respuestas que le faltaban y devolviéndole sus cosas. La profesora se incorporó para anotar algo en la pizarra, Tate comenzó a escribir y Nova volvió a destapar su lapicera, solo para encontrarse con una ola de olor a tinta. Se había rebentado, era algo normal.

–Me llenó los dedos, pedazo de mierda– se queja. 

El olor era muy intenso así que se incorporó para lanzarlo a la basura de inmediato, pasando en el proceso junto a Hyori tanto de ida como de regreso. Y la segunda vez fue cuando algo finalmente hizo click en su mente. 

La tinta era intensa, la basura en el cesto también. Los olores eran intensos porque estaban ahí, y porque ella estaba prestándoles atención. El aroma de Hyori no lo era.

Estaba en el salón, en los vestidores, en el sofá de su casa y en su cama. Estaba en Hyori, impregnado en su uniforme, marcando territorio en su silla, empapando sus pertenencias, cubriendo protector a sus amigos, y profundamente enredado en cada parte de las camperas que Nova había decidido cada una de esas mañanas. 

Estaba porque ella lo buscaba, no porque realmente estuviese ahí. 

Lo que le molestaba particularmente desde hacía un rato era la ausencia. 

–No tiene aroma.

Tate la mira, su ceño fruncido mientras intenta darle sentido a sus palabras.

–Eso no pasa– sentencia.

–Pasale por el lado, dale– lo anima, dandole un envoltorio que había en su escritorio. Él rueda los ojos otra vez, incrédulo y molesto, pero aún así se levanta. Pasa junto a ella dos veces y regresa impasible.

–Tiene el mismo olor de siempre.

–Y el mismo olor de cerca que de lejos– desafía.

Por unos segundos Tate lució exactamente igual, Nova podía ver los engranajes en su cabeza tratando de entender a qué se refería. Y de repente pareció horrorizado.

–Pará

Volvió a levantarse y Nova quiso ser un avestruz, meter su cabeza en el suelo y evitar la mirada amonestadora de la profesora en su dirección. Se le pasó cuando Tate regresó con la misma preocupación en la mirada y su aroma a eucaliptos intenso y caliente. 

–Nova… 

La ola de calor agobiante que la sacudió fue el preludio perfecto de cómo su mundo solo empezaba a romperse en pedazos.

–Creo que tenés razón.


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