Capítulo 21

Las manos le temblaban de una forma que no había sentido en mucho tiempo. 

Detestaba a Ash. En serio, a veces sentía que lo odiaba. 

Odiaba el daño que le había hecho a Viktor, odiaba que nadie lo hubiese detenido entonces. Odiaba que nadie lo detuviera ahora. Pero sobre todo, odiaba el miedo que le provocaba saber que él estaba ahí.

Afuera. Asechando. 

Sabiendo de Hyori demasiado para su gusto. Demasiado para que fuera seguro para ella.

Y por su culpa.

Perdida en sus pensamientos, Nova no notó el momento en que sus manos apretaron demasiado el vaso de agua que se había servido, que reventó en mil pequeñas piezas, volando en todas direcciones. Un pedazo cortó su mejilla, muchos otros se clavaron en su mano, que comenzó a sangrar profusamente, así que corrió hacia el baño. 

El agua se llevó la sangre cuando sacó los proyectiles de las heridas, y solo eso bastó para que su cuerpo comenzara a cerrarlas. Ni siquiera manchó una toalla con sangre.

Ella no era la misma persona.

Nova se mira al espejo. Su pelo es fuerte, negro como la noche -despeinado de tanto dormir, quizás con un poco de olor a humo por el club-. Su piel es sana, brillante, incluso cuando lleva días de resaca en resaca. Su cuerpo se cura en minutos, sus reflejos son veloces y sus golpes pueden ser letales.

Ella no es la misma niña que Ash conoció. No es la misma a la que golpeaban en los pasillos. No es indefensa. No es débil. 

Con el tiempo lo había pensado mejor, se había dado cuenta que todo terminaba siendo un juego de poder, de pantallas. Personas como Ash eran intocables solo porque parecían serlo. Tuvieron un poco de poder y se encargaron de subrayar esa idea una y otra vez. 

Ella lo entendió cuando se transformó en esta versión de sí. Cuando decidió construir su propia imagen de intocable, de guerrera, de vencedora. Aprovechó los rumores sobre el por qué de su cambio de colegio y se volvió feroz, capaz, voraz. 

Nova construyó su reputación y se aseguró de mantenerla. De nunca volver a estar en el lado receptor de esa mirada. 

Solo así podía defender a las personas que amaba ¿Verdad?

Ella había crecido. Era increíble, antes y después de que su lobo despertara. 

Ella podía defenderse. Ella iba a hacerlo si lo necesitaba. Ella podía cuidarse, cuidar a Viktor, cuidar a Eugene. Y si conocía algo de Hyori era que ella podía defenderse a sí misma más que bien.

Era fuerte, no bajaba la guardia jamás, si Ash intentaba algo iba a noquearlo antes de que pudiese dañarla. 

Entonces, ¿Por qué seguía aterrada? 

Nada era como antes. ¿Verdad?

Si él se atrevía a ponerles un dedo encima iba a pagarlo caro. ¿Verdad?

Esta vez solo él recibiría la pena ajena. ¿Verdad?

Nova solo tenía que recordarlo; Ash era débil sin un grupo. Solo un cobarde mentiroso que había caído en las redes de su propia mentira. No podía dejar que se metiera en su cabeza. 

Con una esponja limpió la sangre que había agotado en el pasillo y el lavamanos, y barrió todos los pedazos de vidrio que encontró. Para cuando terminó su pequeña limpieza express tenía media hora antes de que el club comenzara a cobrar las entradas. 

Estaba lista para salir, un poco sudada, pero ese no era problema. Se puso algo de perfume y lavó sus dientes con rapidez. Saliendo del baño en su cuarto, sus ojos se detuvieron en el collar sobre su cómoda, se fue antes de tomar más decisiones estupidas

*

Había bebido, pero el alcohol nunca era suficiente como para nublar sus sentidos, y sin embargo, se sentía desconectada del significado. De todo. 

Agobiada al punto del mareo. 

El sabor del alcohol quemándole la garganta en su descenso, la madera pegajosa en la barra, el cuero del asiento aferrándose a su piel, nada ayudaba, y las personas a su alrededor no necesitaban tocarla para que sus presencias fueran abrumadoramente invasivas. Todas esas voces altas, las risas estrepitosas, el sonido de cuerpos y ropas sumándose a la música de fondo, los aromas y sus perfumes adicionales… Pero no podría culparlos de todo. 

Empezaba a pensar que el problema en esa ecuación era su presencia, cuando lo olió. Malta. Preparada con cuidado, endulzada lo necesario. Casi la bebida perfecta para una fría tarde de otoño.

El chico lo miraba al otro lado de la pista, bebía un poco de whisky y le sonreía con confianza. Omega, un poco más alta que ella, y cuando caminaba lucía delicado, casi etéreo. Tenía el cabello castaño oscuro, casi negro, y ojos grandes, de algun color claro que no podía identificar.

Su aroma la acechaba, y decidió dejar de pensar tanto en la bruma que le llenaba el pecho. Se sentía mal ¿Y qué? Iba a sobrevivir a una mala noche. No era el fin del mundo.

Él se acercó y le tendió una mano, ella la aceptó y se perdieron entre la multitud. Una canción, quizás dos, su vaso desapareció en alguna mano ajena y a Nova no le importó lo suficiente como para enojarse. Se besaron con pasión.

Tenía labios suaves y una cintura delgada, su cabello era delgado contra sus dedos, casi frágil, y la abrazaba como si necesitara sentir sus cuerpos fundirse. 

Enojada con su propia mente, Nova le devolvió la pasión y se concentró en lo perfecto que era su aroma. En lo ideal de su salida. En que estaba sola y tranquila en un club de mala muerte, besándose con una persona hermosa y perfecta para una aventura de una noche. En que no tenía que pensar en nadie más. 

Estaba donde debía estar, nada malo estaba pasando. 

Todo estaba bien. 

–El hotel del centro recibe gente sin reservas– sugiere el chico, una sonrisa divertida mientras tira de su camisa para volver a besarla. 

–Mi casa está vacía.

–Perfecto

Omega bonita

En realidad no importa si no querés hablar conmigo, 

pero por lo menos contestale a tus amigos

Tate y Viktor parecen bastante preocupados



Debían ser pasadas las cuatro de la mañana. Un desconocido con dulce olor a malta duerme en su cama.

Ni siquiera le había preguntado antes de hacerlo, solo se había girado cuando terminaron, mientras ella caminaba al baño. Las sábanas huelen a tierra mojada y malta, pero sus olores no se mezclan, no armonizan. Se superponen hasta llenar todo el espacio en su cuarto. 

Ya no hay tanto olor a café. 

El chico duerme y Nova se ahoga por el dolor horrendo que le aprieta el pecho. Un dolor que le pertenece de pies a cabeza, y que espera no compartir con nadie. 

No había luna en el cielo, y el aire que entraba por la ventana era demasiado frío para su cuerpo desnudo. Su celular vibró y Nova cerró los ojos. Sabía que en algún momento iba a tener que pensar cuál era su siguiente paso. Sabía que ignorar los mensajes de Hyori no iba a funcionar otra semana más. 

Ella quería respuestas. Ella las merecía. Ella…

Su celular vibró y Nova mantuvo los ojos cerrados. No iba a resolver nada esa noche, no tenía energía para hacerlo. 

El chico de malta se giró y la abrazó por la cintura. 


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