Capítulo 7

 El reloj avanzaba como siempre, ritmo pesado y sonido enloquecedor. Los ojos de Hyori no lo abandonaban ni por un momento. Después de todo, era mirar el reloj o notar todas las actividades de la clase que aún no había empezado (y que debería estar terminando). Y prefería el reloj. 

El problema ese día no era la materia, filosofía no era tan aburrida como había creído cuando se enteró de su existencia, pero su mente no estaba en ese salón. O más bien si, estaba en el salón; específicamente en la tercera columna, en la cuarta fila, con un pañuelo morado en la cabeza, sus lentes cuadrados de lectura y la mirada fija en sus apuntes. 

Las emociones que la habían conflictuado el día anterior habían regresado con fuerza en cuanto posó sus ojos sobre ella esa mañana.

–Bueno, para la semana que viene van a tener que traer resueltas las preguntas de la página 68. El trabajo será grupal y–- una oleada de quejidos y murmullos interrumpió el silencio, que a duras penas se había mantenido durante la tarde. –De no más de seis integrantes.

Los murmullos aumentaron en volumen, Hyori sintió el impulso de taparse los oídos pero se resistió y esperó. Uno… Dos… Tr-

–Basta– los calla la omega, un grito feroz que los congeló en sus lugares. –Es más fácil de corregir así

–Claro, para usted comenta Amos. 

–Son seis preguntas, Ezra. También es más fácil para ustedes…

–No si no podemos trabajar en grupos 

–Pueden decidir quien responde qué y mandarse las respuestas en un chat…

–A menos que no estemos de acuerdo y esto genere discusiones

El ceño fruncido de la mujer se profundizó. –Porque obviamente les importa tanto esta materia– ironizó. –No voy a ponerme a resolver cada caso particular, ya no son cachorros

–Es injusto que nos obligue a juntarnos en grupos– volvió a quejarse el chico. 

Para ese punto había una sensación de incomodidad pesando sobre toda la clase, aunque nadie se animaba a intervenir. De todas formas, ¿qué iban a poder hacer? 

–Hablar de injusticias es exagerado, sobre todo porque usted es el único que se está quejando

–Y por qué será, ¿eh?

–Porque los demás ya sabemos que es terca y no va a ceder– le responde Eros, sus manos jugando con un pequeño avión de papel. La profesora y Amos se quedaron mirándolo, claramente sorprendidos de la acotación.

Amos probablemente sentía deseos de golpearlo, sobre todo cuando cabía la posibilidad de que la profesora terminara enojándose aún más con él. 

–¿Perdón?– fue la única respuesta de la mujer. 

Eros no pareció mosquearse con el tono amenazante. Levantando la vista hasta fijarla en la profesora, aclaró. –Que seguramente se refiere a que es omega, y las omegas son tercas

–Gracias por aclarar mis dudas, Smith– ironiza.

–De nada

–¡Yo no me refería a eso!– chilla Amos, pizcas de horror en su voz. 

–Y a mi no me importa a qué te referías.– Lo corta. –Ya entiendo como funciona esto. ¿Injusticias? okay.– Caminó hasta el escritorio, tomando la lista de alumnos. –Presten atención que voy a decirles su número de grupo y los integrantes

–Pero…

–¿”Pero”? ¿Dijiste “pero”

Onyekachi no se animó a responder, así que la mujer asintió, como si hubiese esperado esa reacción. 

–La entrega va a ser mañana.

–No tenemos clase con usted mañana– comenta Nova.

–Lo llevan en un folio a la sala de profesores con mi nombre y la fecha del día, o les juro que desaprueban la materia.

–¿Ve que si es terca? Y no tiene que ver con su rango.

–Su grupo va a ser el primero en exponer Ezra. ¿Quieren saber quiénes son los afortunados compañeros?

Sus ojos vuelven a la lista. 

–Farkas, Hakim, Horvat, Idowu, Katona. Todos son Grupo uno, exponen la semana que viene, así que con las preguntas tienen que hacer una presentación.– Los murmullos molestos comenzaron de nuevo, pero la mujer continuó hablando. –Cualquier problema que tengan con esto lo hablan con su compañero.

La mujer vuelve a mirar la lista, perdiéndose el momento en que la lapicera de Nicolás le da en la cabeza a Amos.

–Lee, Lucas, Maes, Martin, Mizu y Montana Carolina son el grupo dos. Montana Hannah y Stacy, Morozov, Nemes, Nilsen y Okorie, grupo tres. Olsson, Park, Smith, Tóth, Bakács y Black el cuarto, y ustedes– añade, mirando a Kere, en la primera fila, –agreguen una monografía de dos carillas sobre el Tratado Omega, de Pompeii. ¿Alguna duda?

–El Tratado Omega no está dentro de las preguntas… ni siquiera en el mismo periodo histórico que los textos de esta unidad– expone Nova, cautelosa pero firme. 

–Jamás se me hubiera imaginado– ironiza la profesora.

–¿Vamos a tener que exponerlo?– consulta Eros esta vez.

–Usted es el intelectual de la clase, sin duda puede responderse esa pregunta

Sin reparar en el tono de su voz, de nuevo, el chico sonríe. –No profe, yo sé mucho de omegas pero en lo demás soy un tipo muy promedio.

En este punto, Hyori no era la única mirando el reloj. La clase entera parecía rogar que el tiempo pasara más rápido en ese momento. 

–¿Sabe mucho de omegas, Smith? 

–Si, yo na-

–¿Qué significa la expresión en mi cara?

–Que… ¿Está aburrida?– arriesga.

La mujer sonríe ampliamente. 

–No, que estás en detención– replica, tendiéndole el papel correspondiente. 

El timbre sonó, llamándolos al segundo receso y terminando con la discusión.


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