Capítulo 64

No conoce el lugar.

A su alrededor solo hay plantas de un verde amarillento. O quizás se ven de ese color por el sol, que parece estar saliendo o escondiéndose en el horizonte. Procura no mirarlo demasiado, le duelen los ojos si lo hace. 

Hay paz en el silencio que la rodea, en los pequeños sonidos que hace su ropa, las ramas y el viento. 

Camina y a su paso algunas hojas, delgadas y aserradas, se aferran a su ropa. 

El cielo tiene algunas nubes, entintado en lilas y rosas que la hacen sonreír con su belleza. De cuando en cuando, y a lo largo de todo lo que logra vez, hay postes de luz de madera, viejos y torcidos. Algunos se conectan con cables, otros los sostienen mientras vuelan con el aire, rotos e inutiles. 

El mundo había abandonado ese lugar hace años, y Hyori no entiende qué hace en ese lugar tampoco. Al menos hasta que el aullido interrumpe sus pensamientos. 

Y ella corre hacia el sonido antes de poder procesarlo siquiera. 

De alguna forma, sabe que la llama a ella.

El pecho se le aprieta con la incertidumbre, y las piernas le tiemblan en cada paso, pero no le da importancia. 

Mientras pueda moverse tiene que correr. 

De repente pisa en terreno firme, suelo limpio, encuentra las vías de un tren y el aullido deja de escucharse por completo. 

No hay nadie a su alrededor, no lo hay en kilómetros, y un escalofrío la recorre con la idea. 

No sabe en qué dirección moverse, pero tiene la certeza de que es un avance. 

Está en camino. 

Así que, aulla al cielo.


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