Capítulo 63

Se escabulleron juntas, escondiendose en las sombras y evitando miradas de conocidos y desconocidos. Como si estuvieran haciendo algo malo, procuraron que nadie las viera irse juntas por la puerta de emergencia y, una vez lejos, rieron como si todo fuese una travesura.

–Pero… ¿Estás segura de que estas bien?

Hyori rodó los ojos, no era la primera vez en la noche que Nova le preguntaba eso. 

–Si, solo fue un momento desagradable… y quizas es solo mi idea, es como si oliera a ellos– le restó importancia.

–Un poco si oles como ellos– la provoca, pero no espera a verla enojarse. La sonrisa la delata antes de tiempo.

La libertad es un sentimiento extraño. ¿Por qué será que, a veces, se siente como algo creado para ocultarse? 

Solo lejos de los demás podían ser así. 

Solo lejos Nova podía enredar sus dedos con los de Hyori, y solo lejos ella le devolvía el apretón, echándose a correr por las calles vacías. Solo lejos de los demás se besaban bajo las estrellas, mientras la alfa trata y falla en abrir la puerta, mientras la omega no pierde ni un instante en burlarse de ella con un “¿Te distraigo?” juguetón.

La euforia y la adrenalina se mezclan en su interior, y es la misma sensación que en el pasado. Sin embargo, esta vez Nova la agradece por razones diferentes. Esta vez, la adrenalina no la ayuda a nublar sus sentidos, a no sentir el dolor de los golpes. Esta vez la ayuda a sentir todo mil veces más. El aroma de Hyori envolviéndola, los besos que deja en su rostro, el tacto de su piel, la risa que deja salir cuando sin querer le provoca cosquillas.

–Puedo desatarlo yo– se queja, pero de todas formas gira cuando le insiste, apenas empujándola con las manos. 

–Quiero hacerlo desde hace horas.

Hyori se sienta en la cama, deshaciendo el nudo contra su cuello. Se permite apreciar los rizos negros que caen desde sus hombros, y la forma en que la piel de su espalda se siente bajo sus dedos. Se permite tomarse demasiado tiempo en deslizar el lazo por los ojales, aflojando el vestido y dejando pequeños besos donde puede, sin que Nova la apure ni una vez.

Se permite abrazarla apenas, mientras esa pequeña y molesta voz, en el fondo de su mente, le repite la misma pregunta.

¿Tiene razones para confiar en ella? 

Nova se gira de nuevo, sus ojos se encuentran y la voz calla, y cuando se besan de nuevo es como si un imán tirara de sus cuerpos. Como si fueran una sola persona, partida por la mitad, tratando de unirse para sobrevivir. Como si encontraran en la otra algo esencial para poder vivir.

La penumbra de su cuarto, la brisa sobre su piel desnuda, sus frentes unidas luego de besarse, sus risas mezclándose con el silencio de la casa, con los sonidos de los insectos en el exterior. El momento exacto en que sus manos se encuentran a medio camino y se aferran, sólo porque pueden hacerlo. El instante en que todo se siente correcto.

Solo un instante y Hyori entiende. 

Es escalofriante.

Era ella. Nova era esa fuerza extraña que la mantenía despierta desde hace semanas. La necesidad que le faltaba saciar constantemente. 

El miedo le llena el pecho, y cuando la impresión se traduce en su cuerpo -cuando se congela en su lugar, un escalofrío tirando de su ombligo- Nova solo roza sus narices juntas antes de hablar.

–¿Estás bien? ¿Querés que lo dejemos hasta acá?– su tono tan dulce que el sentimiento se desarma tal y como llegó. 

Hyori la besa como respuesta y, aunque no le agrada, empieza a encariñarse con ese sentimiento.

***

–Bastarda– murmura irritada. 

La palabra se desliza entre sus dientes como lo que es, una maldición, mientras abandona su regazo por la comodidad de la cama.

–No podía faltar tu amabilidad usual– ironiza Nova. 

–Callate, Black– gruñe, haciéndose bolita a su lado. 

Ella se gira hasta enfrentarla, sin romper el silencio entre ambas. La busca en la oscuridad, tanteando a ciegas hasta encontrar su cuello y acercarse. 

No le deja un beso, solo apoya labios y nariz en su frente y suspira. Medio quejándose, Hyori se aferra a su cintura, acercándolas hasta pegarse en un abrazo somnoliento y tibio.

–Típico de Hyori ¿Te regalo un orgasmito y me pagas con un insultito?

–¿Se puede saber por qué los diminutivos de mierda?

–Porque estas chiquita– se burla.

Hyori le muerde el hombro. Y aunque a eso a penas se le puede llamar mordida, la alfa grita, agonizante, antes de hablar con voz falsamente rasposa.

–No… No volveré a hacer negocios con usted… Señora Park– exagera, dejando caer su cuerpo a un costado. No podía verla, pero -aunque sin dejarla caer por completo- la omega rodó los ojos.

Un silencio cae entre las dos otra vez. Hyori se mueve hasta volver a pegar su boca en la “mordida”, esta vez lamiendo la piel de su hombro con cariño. Como si curara la herida.

Ni siquiera parecía darse cuenta de lo que estaba haciendo, al menos hasta que la alfa volvió a hablar, susurrando un –¿Sos un perrito?– con una sonrisa entre divertida y burlona.

Aunque no puede verla claramente, de alguna forma sabe que está sonriendo, aún cuando su voz es estoica al contestar. 

–Soy un lobo... Grow

El lado infantil y juguetón de la omega era algo que no conocía expertamente, pero podía saber que iba a ser un problema. Sobre todo cuando finje morderla gruñendo de una forma extraña y adorable, y ella no puede evitar seguirle el juego. 

Se remueve como si su cuerpo sufriera y luego, permanece inmóvil en una pose dramáticamente tiesa. Hyori logra retener sus ganas de reír. 

–¿Y ahora?

–No hay ‘ahora’… Me mataste, Park– sentencia.

Esa vez Hyori comienza a reír con ganas. 

–Los muertos no hablan, señora cadáver– murmura entretenida, antes de apoyarse en su hombro y dejarle un beso corto en los labios. 

Nova sonríe y la abraza, hundiendo su cabeza contra el pálido cuello lleno de olor a café. La siente acariciar su cabello.

–¿Te vas a ir?– pregunta. La mano en su pelo se detuvo a mitad de una caricia. 

–Si querés que me vaya, sí– responde tras unos segundos, honesta pero dudosa. 

Nova ajusta los brazos alrededor de su cintura. 

–No te vayas… Pero la verdad es que, no sé lo que quiero...

Hyori hundió sus manos y acarició los costados de su cabeza con dulzura.

–Yo tampoco

Era más fácil hablar cuando no se miraban, cuando susurraban como si todo fuese un secreto en la oscuridad. 

–Es aterrador a veces– volvió a hablar. La chica entre sus brazos asiente.

–Y agotador...

–Quizás… si supiéramos lo… bueno, quizás si supiéramos lo que la otra quiere.. quizás sería más fácil decidirse una misma… no?

El silencio regresó, uno que ahora parecía una pausa. Y Nova quiso dejar de ser cobarde.

–No sé que me pasa cuando te tengo cerca– se sinceró, encontrando su mirada en la penumbra. Hyori parecía tan perdida como ella, y solo por eso se animó a tomarle la mano.

La sintió apretar sus dedos.

Estaban llenas de miedo, adivinando a tientas el siguiente paso, pero ¿acaso alguien podía culparlas? ¿Quién podría ser valiente así? ¿Quién sería tan irresponsable como para actuar con una seguridad que no posee? ¿Cómo alguien podría pedirles que se arriesguen así?

Y mientras sus manos unidas contaban una historia, ambas tenían caminos diferentes guiándolas al presente, pasados pesando en la balanza de las decisiones. 

¿Debían fingir que nada había sucedido? 

¿Qué no pertenecían a un algo mucho mayor que sus manos unidas? 

¿Un algo que los condicionaba cada día?

–Nova... me caes bien cuando no estás siendo un idiota… Y quizás podríamos mantenernos así...

La alfa sonríe apenas, alivio creciendo en su estómago revuelto. 

–¿Como algo… casual?– propuso, con miedo a estar mal interpretando a la omega. Hyori apretó su mano suavemente.

–Si... si querés

Nova se estiró, rompiendo el espacio entre ambas para besarla. 

–Sí ¿Te quedas a dormir?– cambia de tema. –Mis padres no vuelven mañana, así que nada de situaciones incómodas...

Hyori asiente, inclinándose a tomar su celular del suelo. 

–Voy a avisarle a mi hermano, para que no llamen a la policía o algo así.

Nova ríe de la sugerencia. 

La pantalla del celular ilumina la habitación y el rostro de Hyori, que frunce el ceño con molestia. Y entonces ella puede mirarla sin sentir culpa alguna, sin miedo a ser descubierta y lo que viniera después de eso. 

Nova puede mirarla tanto como se le antoje, sin miedo a descubrir sus propias emociones reflejadas en ella, que también se ve feliz, aliviada, y claramente menos tensa que otras veces.

Su piel era casi blanca bajo la luz de la luna, y cuando se concentraba, se veía increíblemente hermosa. Podría mirarla todo el día.

¿Algo casual?

Era más de lo que esperaba. 

Y eso se sentía correcto por el momento.


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