Capítulo 27

TATEti

llevo diez minutos tratando de llamarte

cuando no respondes es mal augurio

mira marge, no voy a mentirte…

NO ME LLAMES QUE ME DA AMSIEDA

pero sí te voy a decir desde ya que no voy a salir

okay…

puedo saber el por qué? 


Era casi la una de la mañana, ¿siquiera tenía tiempo de llamar a alguien más? 

Nova odiaba cuando Tate decidía cancelar a último momento, lo que para su desgracia, pasaba más seguido de lo que le gustaba.

Marcó un número.

–¿Hola? ¿Están libres?– preguntó sin rodeos. –Hay una joda y no quiero ir sola.

Quince minutos después tocaba el botón del portero del quinto piso, impaciente. 

Nadie respondió.

Las puertas elegantes del ascensor se abrieron y vio a Viktor salir, una sonrisa y tres botellas entre sus brazos. Detrás de él, Eugene se tropezaba con las vigas de metal y caía de cara al suelo.

Cuando llegaron a la fiesta de inmediato se sintió bienvenida.

La casa de la que le habían hablado era más bien una mansión y, por lo que podía ver, la fiesta se había extendido en cada rincón, mutando en diferentes tipos de música y luces. 

El aire estaba plagado de olores, que no combinaban ni se fundían, pero sí armonizaban sus intenciones. Juntos, formaban una mezcla agradable, para nada familiar. 

Era la primera vez que estaba en un lugar lleno de cánidos. Y le encantaba. 

Cilantro, almizcle, rosas, pomelo, arroz… 

Podía distinguir algunos aromas al pasar entre la multitud. 

Dieron un par de vueltas hasta que encontraron la cocina. Un omega alcoholizado preparaba palomitas pero ellos solo tomaron tres vasos. 

Nova buscó entre las botellas sobre la mesada alguna cuyo aroma le gustara mientras Viktor dejaba las que habían llevado. Eugene, de espaldas a ellos, coqueteaba con una omega de cabello azul.

La mayoría de la fiesta estaba en el salón, donde alguien había reemplazado las luces comunes por unos focos rojos. Entrar en un ambiente así, luego de la claridad de la cocina, fue un cambio desagradable para sus ojos. Apoyada contra una pared áspera, observó la pista.

Betas con vestidos ajustados de lentejuelas, piel cubierta de brillantina, vasos largos con espuma de colores, alfas tonificados con camisetas ajustadas, risas estruendosas, omegas vestidas de cuero y neon. Había miradas hambrientas, entretenidas y peligrosas, pero nadie llamaba realmente su atención.

Aunque el lugar pretendía ser una pista de baile, no dejaba de verse como la sala de gente rica; la mesa de café y los sillones eran los pocos muebles que habían dejado en la sala, ahora ocupados por desconocidos que jugaban con shots de alcohol sobre el vidrio soplado, había elegantes cuadros de frutas a medio descomponer en las paredes texturizadas, marcos de madera a juego con los muebles y una lámpara en el techo que parecía hecha de cristal. 

O era un living de gente rica o era un club de strippers de alta sociedad.

Viktor se balanceaba lentamente a su lado, y aunque Nova podía ver a más de un beta observándolo con interés, él parecía envuelto en su propio mundo (para variar). Eugene había regresado de la cocina un rato después, tragando todo el alcohol del que era capaz con expresión algo alicaída. Ella, por su parte, ya estaba pensando en hacer algo para animarlo cuando se distrajo con un grupo de recién llegados. 

Mejor dicho…

Cuando la vio entrar, maldijo en voz baja, pero una parte de ella se regodeaba de notarla antes que nadie.

Viktor le grita algo, pero la música está muy alta y no puede escucharlo, así que asiente con una sonrisa. En ese momento solo puede pensar en que la pequeña mierda había esperado una canción de entrada, porque caminaba al ritmo de la música y en su sonrisa había una satisfacción contagiosa.

Sus botas eran gruesas, oscuras, tenía el índice enganchado sugerentemente en el lazo negro de su cuello y llevaba una camiseta negra que parecía desgastada, de algodón suave, bajo la ceñida cintura del pantalón (cargó, negro, amplio). Había atado su pelo en una larga trenza, que se balanceaba a cada paso, marcando el ritmo de sus caderas al caminar. 

Nova la detestaba.

Agitando su cabeza hacia atrás, Hyori despejó su rostro del cabello que se había desprendido. La vio tomar una respiración profunda, exponiendo su cuello a la luz violeta, y de alguna forma su aroma llegó hasta ella.

Nova apuró el nudo en su garganta con un trago de licor.

Hyori giró para tomar la mano de Yoonjun, que llevaba botellas bajo ambos brazos, y se separaron del grupo. No sabía qué era más irritante, si lo arrogante de su actitud, las personas que se giraron a mirarla, o su actitud desvergonzada de coquetear con todo el mundo. 

Sus miradas se encontraron justo después de que le guiñara a un omega; Nova entornó los labios, en una mueca burlona, Hyori sonrió, repasando sus filosos dientes con la punta de la lengua. Nova se atragantó. 

Levantando la mano, la omega sacó su dedo medio y lo usó en un pequeño saludo militar, antes de desaparecer en la cocina.



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