Capítulo 26

Hyori estaba aliviada.

Con el correr de los días su cuerpo se sentía más ligero, sus sentidos más intensos. Corría más rápido, saltaba más alto, se cansaba menos.

Ya no le disgustaba tanto la idea de ser una omega.

Durante la semana el entrenador la llamó, preguntándole si quería un lugar en el equipo. Y Hyori lo sabía. Estaba siendo usada por ser omega, para entrar en el campeonato de equipos mixtos.

Pero había deseado entrar durante un largo tiempo, y aunque rechazar la oferta por su orgullo era una opción tentadora, demostrarles lo equivocados que estaban sobre ella lo era aún más. 

La primera semana luego de su cumpleaños fue completamente diferente a lo que habría pensado, y para bien.

Y ¿cómo se cerraba con broche de oro una excelente semana?

En el caso de Hyori...

El timbre de los Park sonó a las 11:38 de la noche.

Seth lavaba los platos en los que habían cenado, Dohyun organizaba sus cosas para el día siguiente, y las señoras Park estaban a mitad de una competitiva partida de twister.

Hyori, acostada en el sofá individual de la sala, miraba crecer el moho entre las tablas del techo, lamentando silenciosamente todas las decisiones que había tomado en su vida.

Cuando se levantó a abrir la puerta, sumó su amistad con Yoonjun a la lista.

El alfa de inmediato levantó las dos botellas de vodka que llevaba en las manos y le sonrió.

–Eso no es suficiente ni para alegrar un sábado aburrido– se quejó Hyori mientras lo dejaba entrar a la casa.

–Son suficientes para mí, y sé que tenés botellas abajo de la cama, así que podés llevarte lo que necesites– replicó sin borrar la sonrisa.

–Ese no era el trato– mascullo malhumorada.

–El trato incluía festejar que te uniste al equipo y no veo tu actitud de festejo.

Lleva una camiseta blanca simple, pantalones engomados negros y zapatillas grises, los ojos delineados de azul y el cabello todavía húmedo, peinado hacia atrás hasta despejarle la frente. Estaba listo para una noche movida, todo lo opuesto a Hyori.

–Hola Yoon– saluda Seth, secándose las manos en el pantalón de algodón gris. 

–Buenas noches, señor Seth. 

La solemnidad y la reverencia exagerada la hicieron reír. Su hermano negó con la cabeza y los ignoró. El recién llegado dejó las botellas en el sofá más cercano.

–¿Ya elegiste la ropa?

Hyori estiró las mangas del pijama naranja que vestía.

–Creí que te iba a gustar mi elección– comenta, girando sobre sus pies. –Es mi mejor traje.

El alfa tomó una de las botellas y la abrió, su fuerte olor a frutillas inundando la sala; la llevó hasta su boca y le dió un gran trago. 

–Va a ser una de esas noches, ¿verdad?–. Suspirando dramáticamente la tomó por las piernas, caminando a las escaleras. –Preferiría que no quisieras salir ¿sabes?– se queja. 

Colgando contra su espalda, Hyori ríe a carcajadas.

***

–Me encanta.

Hyori se mira en el espejo y sonríe.

–A mi también– admite, enganchando con suavidad un mechón detrás de su oreja.

Tenía un hélix y dos perforaciones en el lóbulo, pensándolo en ese momento, desearía haberse hecho más. Una vez que el cánido llegaba, eran costosas e imposibles de mantener.

–Deberías prender fuego ese cinturón– comenta Dohyun, apoyado en el umbral. –Es horrible, y usarlo con esa ropa solo lo vuelve un crimen a la moda.

Su hermana menor lo mira con el ceño fruncido, pero no discute el comentario antes de caminar hasta la cajonera, buscando otro.

–Buenas noches, señor Dohyun– saluda Yoonjun, sentado en la cama.

–Ah, no es necesaria la formalidad. Solo nos llevamos… tres años…?– calcula dudoso. Dos pasos y está dentro. –Creo que me he acostado con gente de tu edad– resta importancia con una sonrisa.

–Lo cual es un dato innecesario y perturbador– lo imita la menor.

–No diría innecesario– comenta Yoonjun, dedicándole un guiño al mayor. –Es bueno saberlo, hyung. 

Hyori pretende arcadas mientras los dos se ríen de ella.

–Ese cinturón es horrendo, deberías quemarlo– comenta Seth, apoyándose en el umbral. Las risas crecen y él simplemente vuelve al pasillo.

–¡No puedo quemar todos mis cinturones! maldita sea. 

–Pero deberías– recomienda el mayor, apuntando al cajón abierto –en serio, si Pinky estuviera vivo, estaría ofendido de que sigas guardando esa cosa.

–No uses la carta de Pinky contra mi, ese animal del demonio me odiaba.

–Pinky odiaba tu sentido de la moda, que es diferente.

Seth vuelve al cuarto, e ignorando la discusión, deja en las manos de su hermana un cinturón negro de hebilla plateada. 

–Podés quedártelo, sé que te gusta, pero no te pongas uno con esa ropa… se ve mejor sin.

Hyori sonríe encantada y asiente.

–¿Qué van a hacer esta noche?– pregunta Yoonjun, recostado en la cama desacomodada. La botella a la mitad junto a sus pies.

–Perder en el twister contra mis madrecitas– responde Dohyun. –Aunque tengo esperanzas esta noche, las estoy dejando que se cansen– añade orgulloso. 

–Yo marcar el número de la ambulancia, para cuando Dohyun vuelva a acalambrarse la espalda a media partida– comenta Seth sin expresión. El mencionado asiente ante su idea.

Si no los conociera, Yoonjun pensaría que era una broma. 

–¿Y no quieren venir a la fiesta?– pregunta. Hyori suelta un gemido quejoso.

–Mhm... prefiero llamar a la ambulancia ahora mismo. No me apetece ver niños de dieciséis vomitando macetas.

–Eso, eso– apoya Dohyun.

–Creo que quien da la fiesta tiene hermanos universitarios o algo así, así que no va a haber muchos niños de dieciséis...

Seth entrecierra los ojos.

–¿Es la fiesta de Harvey Byers?

–¿Sabías de una fiesta y yo no? ¿Y no me avisaste?– Dohyun parecía ofendido con la idea, pero su hermano menor lo ignoró por completo.

–En la casa grande de la avenida… ¿verdad?– pregunta de nuevo. 

Yoonjun asiente. –¿Entonces si vienen?

Por respuesta, Dohyun salió corriendo a su habitación, gritando algo sobre una camiseta de All Might que aún no estrenaba. Seth asintió, caminando tranquilo hacia la suya.

–No puedo creer que los hayas invitado...– suelta Hyori, sacando una petaca escondida bajo el colchón.

–Era descortés no hacerlo– miente Yoonjun.

Ella rueda los ojos, una sonrisa irónica en su rostro. 

–Como si la cortesía te importara. Solo… no te acuestes con alguno de ellos.

–Quién dice que no lo he hecho– sugiere el alfa, sus cejas subiendo y bajando. Hyori le lanza un almohadón y él se desternilla de la risa. –Jamás vas a adivinar con cuál.

–Son mis hermanos– reprocha asqueada mientras se aplica brillo labial.

Yoonjun levanta ambas manos en un gesto de paz. 

–Son tus hermanos– repite.

–Y porque lo son,– añade ella, –es que estoy segura de que te acostaste con los dos. 

–Obviamente 

Ambos ríen.

–En serio, de Dohyun no me sorprende, pero ¿Seth?– niega con la cabeza, tirando de las agujetas de sus zapatillas. –No me lo esperaba.

–Yo tampoco… Por cierto… Falta una para tener el Park-bingo…

–Caeré en eso cuando esté muy desesperada– se burla ella. –Pero es bueno saber que estás para la familia, Lee.

Él le lanza un almohadón a la cabeza y, entre más tragos y risas, ambos bajan a esperarlos en la entrada. 

Emilia llega cuando ya estaban cerrando la puerta principal, y los cinco salen hacia la fiesta.


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