Capítulo 20

En algún momento debió dormirse. 

Cuando abrió los ojos no había rastro de la fiebre, y los síntomas se habían desvanecido como si jamás hubiesen existido. 

Era como si su lobo no se hubiera identificado.

Respiró por la boca, profundo, y las sensaciones la sacudieron de pies a cabeza. Sus sentidos mucho más sensibles, su olfato sobrecargado, podía escuchar la música de la radio en la cantina, el teléfono sin contestar en la secretaría y cada conversación en las aulas cercanas (si se esforzaba). Podía escuchar la respiración acompasada de la persona junto a la camilla.

Nova estaba sentada junto a ella.

Ambas intercambiaron una larga mirada silenciosa.

El enfermero, un alfa con suave olor a pai de manzanas, entró en el cuarto. Sus ojos en el papel desdoblado en su mano.

–Oh, despertaste– comenta. –Leticia ya llamó a tu familia para avisarles que irías al despertar ¿Algún dolor residual que puedas identificar?

Hyori niega, él le sonríe. 

–Quizás sientas algunos mareos en el camino, es mejor que tu alfa te acompañe ¿sí?

Los ojos de Nova se ampliaron al notar el gesto en su dirección, pero antes de poder decir algo, el hombre ya había salido por la puerta.

Una parte de ella se preguntó si esa sería su vida a partir de ese momento.

Deja que un alfa haga esto en tu lugar. 

Deberías haber venido con tu alfa.

Llama a tu alfa para que te busque.

Un alfa que te acompañe.

Las ganas de llorar le cerraron la garganta, el aire caliente escapó entre sus labios. 

Nova se levantó de su silla hacia la puerta, sin molestarse en mirarla otra vez. ¿Qué hacía ahí después de todo?

–Black– la llamó, escondiendo un titubeo. Ella volteó, su expresión, indecifrable.

–No creo que necesites mi ayuda para llegar a tu casa, Park. Nos vemos por ahí– la interrumpió antes de salir.

Hyori quiso enojarse, pero la había llamado por impulso. Realmente no tenía nada para decirle entonces. En su lugar, se le escapó una sonrisa sincera.

–Gracias– susurró al cuarto vacío.