Capítulo 16

Había sentido los primeros mareos llegando al colegio, fue como si perdiera el equilibrio y se desconectara de sus piernas. Y aunque el miedo la invadió por un instante, supo que era tarde.

No podía regresar a su casa en ese momento, ya estaba en los portones principales. Casi todo el colegio sabía de sus peleas con Black, y si volteaba y huía se sabría. 

Esa imbécil seguro iba a acusarla de temerle.

Black…

No podía negar que era bastante fuerte, incluso se podía transformar, y siempre estaba buscando con qué molestarla para su entretenimiento, acotando comentarios innecesarios y testeando su poca paciencia. 

Por si fuera poco, con la llegada de su lobo parecía decidida a pisarle los talones.

Literalmente. 

Hyori sabía que ese primero de septiembre la había buscado. 

Entonces no lo podría haber adivinado, solo era un cánido de aroma desconocido y presencia escalofriante que la perseguía en silencio. Solo desde la seguridad de su cuarto se permitió regresarle la mirada.

Era enorme incluso para ser un lobo, con denso pelaje grisáceo y ojos oscuros, y seguía mirándola de forma extraña. 

Había intentado no pensarlo demasiado, pero entonces se encontró con ella en el pasillo y fue obvio, su aroma la delató. 

Black era una loba peligrosamente fuerte, y sí, le daba miedo. Pero Park Hyori nunca fue cobarde y no iba a comenzar a serlo en su cumpleaños dieciocho. Así que tragó sus conclusiones y aguantó los mareos en silencio.

Al menos hasta que la fiebre apareció.

Cuando Yoonjun notó su malestar y pareció preocuparse pidió permiso para ir al baño, Pero una vez salió al pasillo todo empeoró.

El aire fresco le golpeó el rostro y un escalofrío la recorrió, aflojando sus piernas y casi haciéndola caer. Cada paso se le hacía más difícil, incluso con una mano apoyada en la pared, por seguridad.

Un par de metros y ya no recordaba en qué piso estaba o la dirección en que iba. 

Realmente necesitaba zambullirse en una piscina de hielo.

El suelo se movía de un lado a otro, como caminar en un bote viejo, y las luces del techo brillaban demasiado cerca, pero no podía detenerse. 

Tenía que estar cerca ¿verdad?

Si llegaba al baño... si se mojaba el rostro... 

Luego podía pedir agua helada en la enfermería.

Quizás acostarse unas horas.

Todo iba a parar una vez que hiciera eso. 

¿verdad?

Solo tenía sed.

Sed en todo el cuerpo.

Mucha sed.

No la notó hasta que chocó contra ella.

–¿Buscando problemas, Park?– pregunta en cuanto impactan.

–Black– suelta cuando puede. 

La única materia que compartían ese día ya había pasado, no iban a verse hasta que ella estuviera mejor, no iban a cruzarse hasta entonces.

Aún así, debería haberlo visto venir. Porque sabía que cuando la suerte se le agotaba, lo hacía toda de una vez.

La mano que la sostenía por el brazo ajustó su agarre, así que bajó la cabeza, ocultando su rostro. 

Se sentía amenazada, y su instinto reaccionaba de acuerdo a eso; labios retraídos, colmillos a la vista. Pero no quería iniciar una pelea. 

Si era honesta, no estaba segura de poder sostener una pelea cuerpo a cuerpo.

¿A quién engañaba? 

Ni siquiera podía mantenerse en pie.

Aún así, clavó sus dedos sudorosos entre los de ella, tirando para separarlos de su cuerpo. El calor la ahogaba, estrelló la mano contra el pecho de Nova y la hizo tropezar..

–No estoy de humor para tus estupideces– gruñó.

Las manos le temblaban, las empuñó.

–¿Qué mierda te pasa?– la escucha preguntar, molestia y curiosidad en su voz. 

–Qué mierda te importa– murmura. Su voz se desinfla para el final de la frase, y el aire no parece poder entrar de nuevo a su cuerpo. 

Se deja caer contra la pared, que está más lejos de lo que piensa. el golpe en la espalda la ayuda a respirar.

La ve acercarse como un borrón, los pantalones de pana gris siendo lo último que ve cuando aprieta los ojos. 

El calor le quema los ojos. Los refriega con sus manos y duele, ella las aleja de su rostro.

–Te haces mal…

–Arde.

La obligó a apoyarse sobre sus piernas, fijándola por los hombros al muro. Parpadea, aprieta los ojos, aún así las lágrimas no parecen querer barrerse. 

Nova estaba cerca, algo inclinada sobre ella. Parecía tranquila y centrada, sus ojos negros recorriéndole el rostro, buscando algo, un atisbo de preocupación pintando su ceño fruncido.

Ella no gruñía. 

Hyori si.

–Soltame… imbécil… presum... mala alfa– murmuraba, por alguna razón, enojada. La sensación de miedo y furia, drenando su energía desde dentro.

Sabía que estaba gruñendo.

Como si descifrara un enigma, Nova ignoró sus palabras y continuó observándola. Ella se sentía cada vez más lejos.

–¿Fiebre, huh?– murmuró luego de unos instantes.

–No me digas… Sherlock.

–Veo que no dejas de ser vos– se burló la alfa.

Park Hyori no sabe lidiar con la falta de control. 

Y cuando la desesperación la ciega, en su mente solo habrá un objetivo: jamás abandonar una pelea. 

Lo había aprendido desde pequeña y no iba a olvidarlo.

Se sentía amenazada y débil.

Así que la golpeó en el estómago.

Nova la soltó de inmediato, doblándose sobre su estómago y respirando con dificultad. 

La adrenalina y el repentino dolor le hicieron temblar los dedos. Un instante de claridad.

Entonces Hyori habría corrido. 

No abandonaba peleas, pero no era estúpida. Sabía que huir en ese momento era la opción que le quedaba. Que estaba débil y en desventaja. Que era una pelea perdida y peligrosa. Que podría retomarla. Que tenía que irse.

Golpearla para distraerla. Correr mientras se recupera. Un plan secundario.

Habría corrido, de no ser porque ya había dado su último esfuerzo.

¿Todas sus fuerzas? habían sido esas.

Ahora se sentía de gelatina. 

El calor que sentía era abrumante, su aliento hirviendo le quemaba la garganta al salir. Las extremidades se le aflojaron, pero antes de que tocase el suelo con las rodillas, Nova la apretaba del cuello contra la pared, furiosa.

–Me estás jodiendo, ¿verdad?– gruñó la alfa, ojos aguados y mejillas enrojecidas. –No veo la hora de romperte el cuello con mis propios dientes– agregó en un murmullo.

Hyori la observaba en silencio, toda ojos vidriosos y labios entreabiertos. 

Lo sabía, le irritaba el vacío en su expresión, pero no podía evitarlo, no tenía voluntad para manejar su cuerpo.

Sus dedos se tensaron amenazantes sobre su cuello, el pulgar instándole a levantar la mirada, a enfrentarla.

Entonces lo sintió.

La sensación que todos describían como indescriptible le recorrió el cuerpo entero. 

Era algo que nunca volvería a sentir, algo que marcaba un final y un inicio, que la estremecía hasta doblar los dedos de los pies y apretar las manos. 

Nova estaba congelada, impresionada por ver algo tan personal como la identificación de un cánido. Tan sorprendida y fuera de sí misma que no notó que su mano seguía tensa en el cuello de Hyori.

–No… No puedo… Yo…– necesitaba respirar. Necesitaba poder formular una frase coherente. –Quiero respirar, Alfa.

Un instante, el mundo se congeló para ambas.

Nova la soltó y Hyori cayó al suelo, inconsciente. 

Su ácido olor a café cubriéndolas a ambas.


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