Capítulo 13

Su lobo estaba alterado. 

Despertó con la salida del sol; sus sábanas y ropa sudadas, la respiración entrecortada y el corazón acelerado como pocas veces. Los ojos le dolieron cuando repasó, alerta, la habitación; los párpados hinchados, calientes, y la piel tensa bajo lágrimas secas. 

Por alguna razón, había soñado con transformarse en lobo. 

Como todo sueño, los detalles se perdían cuanto más tiempo estaba despierta, pero lo general permanece un buen rato. El aire fresco contra el pelaje espeso, las largas espigas enredándose a su paso y peinándola, el camino de tierra tibio bajo sus patas, la desesperación en su pecho. 

El sembrado parecía extenderse infinito hacia cada dirección, pero ella no se sentía perdida. Estaba impaciente por llegar, había encontrado el rastro de lo que buscaba.

Se detuvo frente a una omega.

Era un cánido más pequeño que ella en tamaño, de ojos avellana y pelaje naranja. Una cola esponjosa elegantemente enroscada junto a sus patas traseras, un hocico respingado. Solo había olido fantasmas de su aroma, y sus ojos le eran vagamente familiares, pero era una desconocida para ella. 

Y aún así sabía que era a quien buscaba. 

Era su pareja destinada.

Abrió la ventana aunque temblaba de frío y los rayos de sol le entibiaron el rostro. Aspiró profundamente el aire helado de la mañana, dejando que la niebla húmeda se le impregnara en la nariz. 

Cuando el aire fresco alcanzó el sudor de su nuca la recorrió un escalofrío. Rozó su cuello con dedos temblorosos. Nunca iba a olvidarlo, lo sabía.

La sangre en su paladar, abrumadora en su lengua, espesa entre sus dientes. El pulso débil, apagándose lentamente, y el pelaje cada vez más oscuro y húmedo.

Su cuerpo volviendo a la normalidad, las náuseas golpeándola. Frente a ella lo que queda de un omega con el cuello hecho jirones. Los ojos vacíos aún calaban profundo en su mente, le bastaba pestañear para verlos.

Clavados en ella. Perdonando lo imperdonable.

Y en el fondo de su ser una voz que le repetía que, quizás, era un presagio.

Un mensaje.

Ella iba a matar a su pareja de vida.